Argumento: Con las crecidas de primavera, el río Enguri se precipita sobre las tierras bajas de Kolkheti y, antes de lanzar rocas y limo al mar, las acumula aquí y allá en medio del río. En pocos días, incluso de la noche a la mañana, de estos escollos nacen grandes islas, cuyo suelo es rico y fértil. Un anciano de Abjasia y su joven nieta deciden plantar maíz en una de esas islas. Pero los soldados georgianos andan cerca. (FILMAFFINITY)
Comentario: Si me llegaran a preguntar por un lugar llamado Abjasia antes de ver esta película, sin duda no sabría qué responder. El cine que nos llega de lugares remotos y con escasa difusión, no solo nos impulsa a trascender la pantalla - informarnos, leer y hasta investigar - sino que ratifica la universalidad de la condición de seres humanos.
Declarado como estado independiente de Georgia, con costa en el Mar Negro, y sin reconocimiento internacional, se ubica Abjasia. Tierra montañosa en una región del Cáucaso, que límita entre Asia y Europa. Allí transcurre la historia plasmada en esta cinta, donde la imagen y el sonido nos transportan a este lugar, y donde no hacen falta muchas palabras para sumergirnos en este sencillo y potente drama.
El trabajo agrícola en tiempos de fertilidad, el aprovechamiento del entorno natural y la temporada, y la paciencia de sus sembradores, engalanan una apacible película que fluye al mismo ritmo del río. Un anciano y su nieta trabajan fuertemente en un cultivo de maíz, no solo en medio del caudal de un río, sino también del conflicto militar y político entre dos frentes que han estado en guerra por muchos años; los georgianos y los rusos.
La neutralidad, asociada a estar en el medio, ilustra metafóricamente la posición de este par de personajes, espacial e ideológicamente, a los que finalmente no les preocupa tanto las inclemencias de su entorno sino de la naturaleza misma.